martes, 15 de mayo de 2012

Primera entrega: 'Anhedonia' de Bernabe Ferreyra

Un ya amigo de la casa, Bernabe Ferreyra, ha decidido enviarnos su ultima novela para que la vayamos publicando en entregas en este blog.
Que honor
y si eso fuera poco, ha seleccionado canciones, videos, que el sugiere escuchar mientras la lectura.
Subiremos un fragmento de esta maravilla por semana.
Aguardamos, Bernabe y nosotros, ansiosos las devoluciones.
Que genial no?
Es aca cuando me siento orgulloso del carnet de este club.
Empezamos





a veces me apetece dormirme, fundirme con el nebuloso universo de los sueños y no regresar a este mundo real nuestro.

douglas coupland, 'la vida después de dios'.


cuando desperté, mi mano estaba cubierta de sangre.




secc a



me había despertado el teléfono. comparé sin ganas la forma en que goteaba la canilla y la forma en que goteaba mi mano. no logré concentrarme lo suficiente para ejecutar esa actividad. me miré un segundo al espejo. tomé la toalla. le tiré alcohol encima y con ella rodeé mi brazo. presioné fuerte. me quedé quieta porque tanto dolor me mareaba, y no pude evitar quedarme mirando la cuadricula que formaban los bordes de los azulejos en la pared del baño hasta encontrarme a un punto muy cercano a quedarme dormida de pie.

me cansé de escuchar el timbre del celular, así que atendí.

laura me dijo que se juntaban para el cumpleaños de laura (otra laura, más molesta, más petisa). le dije por ahí voy, no me esperen. me respondió no voy a andar rogándote para que vengas, y mientras le preguntaba donde se iban a juntar imaginé una situación futura en que me entero que no me invitaron a una reunión de ex-compañeros. en esa fantasía, tampoco me afectaría.

dijo que se iban a juntar en la plaza a las diez. íbamos a cenar y después a bailar.

la toalla tenía una mancha de sangre enorme así que la llevé a mi habitación. la escondí debajo del colchón. puse un venda en mi muñeca. me senté en la cama muy despacio y me dormí sentada unos segundos. para evitar dormirme de nuevo me levanté y me duché. el agua caliente se acabó antes. me había quedado mirando otra vez los azulejos. las líneas temblaban. se sacudían.

la sangre me tienta.

me preparé un té. té de boldo. papá se preparó un café y se sentó a mi lado. respiraba de forma irregular, como si tuviera algo que decir, pero la intención de hablar parecía diluirse en el instante. no abrió la boca. dije voy a salir hoy. me traen mañana a las siete. dijo bueno. dijo cuidate. veinte minutos mas tarde saludé al portero y caminé hacia la parada de colectivos.


me senté en el cordón y miré mi zapatilla izquierda y escuché mi cassette con música de shogun. miro para otro lado. eran las siete y treinta y cinco. ya era de noche.

la verdad es que me da miedo la noche. en cada esquina se encuentra oculto en la oscuridad un potencial violador y homicida despiadado que me descuartizaría y haría cosas obscenas sin razón alguna. al menos en mi cabeza se vuelve posible. el disfraz de mi miedo son mis auriculares.
una viejita, un hombre de traje adelante, yo sentada en el fondo del colectivo, con el walkman a todo volumen. en mi cartera había un cassette de slipknot. y ese gordo de los aros en los labios que no dejaba
de mirarme. me recordó un viejo miedo que tenía a los nueve años: la piel de mi cara siendo violentamente arrancada de su lugar. con esa imagen solía llorar por las noches.

 fui la primera en llegar a la plaza así que aproveché la hermosa noche para tomar frío, mirar la gente fea con sus hijos feos y mirar las luces. pensé por un segundo en la repugnancia que me producen los fumadores. sentí un poco de vergüenza. cortarse la piel es demasiado típico.

 miré a la gente y pensé en cuantas excusas se tienen para salir de su casa: para trabajar, para comprar, para comer, para fumar marihuana, para cobrar el sueldo, para robar, para ir o volver, para tomar cerveza, para bailar, para hacerse una tomografía, para hacerle creer a alguien que es indispensable tener sexo con uno, para decirle a otro cual debería ser su religión. no me parecen tan buenas excusas. yo estaba sentada ahí, sola, esperando, en camino a otro lugar. si estoy en la calle o en la plaza es porque voy a otro lugar. acá es un lugar inconstante.



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